13 de junio de 2013

PEDIR POR GUSTO O POR NECESIDAD

Y luego están esos que no piden en absoluto por necesidad y se aprovechan de uno de los 5 pilares del Islam, la limosna. Es un deber compartir lo que tienes con los más pobres y necesitados. Y no se defiende tanto el dar mucho, sino el dar bien. El dar en función de tus posibilidades, el dar de corazón y no para que los demás vean que lo hagas. El dar con discreción y sin ostentar, para no humillar al que recibe el dinero.

Es cierto que la gente no da grandes cantidades de dinero a los que piden por la calle, pero sí lo hacen a menudo y casi siempre que veas a alguien pidiendo, verás a alguien dando dinero. El problema viene cuando hay tanto caradura que se lo toma como una forma de vida y se dedica a mendigar por elección propia, no por necesidad. En Marruecos hay un montón de gente intentando dar pena y viviendo únicamente de la caridad de los demás. Ciegos que ven, cojos que luego no cojean...


Una amiga que lleva viviendo mucho en Marruecos tiene una teoría que yo también comparto. Si alguien realmente necesita pedir para comer lo hace de una forma muy discreta, muy sutil, porque siente vergüenza de tener que hacerlo. Y son esos los que están sentados, callados, en un segundo plano, agradeciendo cada dirham que reciben. Los que si no les das en ningún caso te van a insultar.

Pero luego están los que se ponen al lado tuyo a dar el coñazo y a tocarte las narices para que les des dinero. Viven de eso y se creen con el derecho a exigir. Los que te maldicen en árabe y latín por no darle a él de lo que se supone que a ti te sobra. Porque aquí hay muchos así, que creen que como eres europea te sobra y te llueve el dinero. Muchos que opinan que es tu obligación y que debes ayudarle. Que a mí me parece muy bien si alguien quiere hacerlo. Estupendo, de hecho. Lo que no soporto es que se critique a aquel que no le da la gana dar limosna. Nadie tiene la culpa de que el otro viva en la situación que vive y a veces parece que tenemos que  pedir perdón por haber nacido en España.


Son muchas las situaciones muy descaradas a las que te enfrentas si observas un poquito. El subsahariano que con cara de pena pedía unos dirhams para comer. Le ofrecimos sentarse en la terraza del bar en el que estábamos y que pidiera lo que quisiera y nos dijo que no, que mejor le diéramos el dinero y ya comía él luego en casa. Y lo peor es que no era la primera vez que nos ocurría.

El crío acechando a los turistas, mientras ladeaba la cabeza y se tocaba la boca con una mano, consiguiendo que le dieran unos cuántos zumos. Y dijo que zumos no, que mejor Coca-Cola. La mujer en el bus contando con esa voz rasgada de dolor la trágica historia de su cruel vida. La misma que días después se debe reencarnar o algo y viene con un cuento nuevo. El ciego que ve. El cojo que no cojea. Los chavales pasando el día en la playa, con bollos de chocolate recién salidos del horno y escondiéndolos al vernos, para poner carita de pena mientras dicen eso de: 's'il vous plaît, madame.' O el tío de más de 1.85 de altura, con un cuerpo que ya lo quisieran muchos deportistas de élite, reclamando un par de monedas. ‘I beg you, my sister. I beg you.’ Al mismo que, un par de horas más tarde, nos le encontramos en una tienda de zapatillas deportivas de marca en la medina, preguntando precios. Lo que digo, que somos europeos y algunos de por aquí se deben creer que nacimos ayer...

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